Valorar el riesgo de impago de una pyme permite a sus propietarios conocer la posición que ocupan en el sector en el que operan y es un buen indicador de la solidez del proyecto.
Uno de los mayores retos para las pymes durante la crisis económica fue el de mantener los flujos de financiación. En ese periodo, la banca optó por recortar el crédito a las compañías, en un momento en el que la incertidumbre aumentaba por las dudas sobre si las empresas iban a poder solventar sus problemas de liquidez y podrían cumplir con sus obligaciones de pago. Ahora, la tendencia ha cambiado y las entidades han comenzado a depositar su confianza en las pymes con préstamos a corto plazo.
Con el objetivo de que los bancos se atrevan a poner en rentabilidad los ahorros de sus depositantes impulsando a una pyme, es imprescindible que ésta someta su negocio a una valoración del ráting, es decir, que califique el riesgo en el que incurre una entidad financiera de recuperar el dinero cuando le realiza un préstamo. Además, "a efectos del propio negocio también puede ser un indicador de la solvencia y solidez de su proyecto", señala José Luis Martínez Campuzano, portavoz de la Asociación Española de la Banca. Por lo tanto, tras la publicación por parte del Banco de España de la Circular 6/2016 Financiera Pyme quedan establecidos ciertos parámetros a los que cualquier compañía debe atender para obtener una buena valoración:
• Transparencia. La claridad a la hora de presentar la información contable y que los datos se ajusten a la situación actual del negocio son clave para obtener un buen ráting. La empresa analizada debe ofrecer su información muy detallada si quiere tener buena puntuación. Sin embargo, es preferible presentar una versión de la contabilidad sin errores que intentar rellenar todos los campos que ocupan la actividad del negocio. "Da la impresión de que se traspasan partidas para que cuadren los números de la pyme", señala Manoel Gadi, director de ráting de Bravo Capital. De este modo, la claridad es mejor que la cantidad, por lo que es imprescindible tener las cuentas publicadas en el Registro Mercantil. "No hacerlo demuestra poco interés por la transparencia", afirma Gadi. Además, presentar las memorias anuales sólo en formatos físicos y no usar soportes digitales apunta hacia procesos contables anticuados, susceptibles al error humano.
• Experiencia: "Para someterse a la primera valoración se recomienda que la pyme presente un balance de cuentas positivo", señala Manuel Romera, director del sector financiero de IE. En cuanto a la trayectoria de la compañía, debe ser de, al menos, dos años. Además, las empresas que en su recorrido hayan superado un ciclo recesivo y lo solventaran con éxito obtienen prestigio por su capacidad de reestructuración.
• Planes de futuro: La previsión financiera debe ser creíble y ajustarse al momento actual de la compañía. Para el ráting, lo más premiado es presentar un plan de ingresos que contabilice también los gastos necesarios para aproximarse a la cifra prevista del ebitda, el beneficio bruto de explotación. Lo lógico es que la pyme informe de las acciones que va a llevar a cabo para mantener el margen entre crecimiento y beneficio. Mirando al pasado de la pyme, se valora que el fundador se mantenga al frente o en un determinado departamento del negocio, aun sin ser el máximo accionista. El compromiso demostrado por los gestores otorga valor añadido. Del mismo modo, se penaliza que los familiares del fundador no tengan experiencia en el sector fuera de su empresa.
• Diversificar la financiación: La pyme debe pensar que la entidad prestadora va a querer saber de dónde sacará el dinero para pagar en caso de no obtener beneficios de su actividad. Romer recomienda "tener repartida la financiación en varios bancos, dos entidades principales y otras dos secundarias". Además, para no depender de las fluctuaciones a las que está sometida la banca, es importante que la pyme deposite fondos en instituciones alternativas: fintech o inversores profesionales.
Prácticas para reducir el riesgo
Todas las compañías tienen hasta el 31 de julio para depositar sus cuentas en el Registro Mercantil. Sin embargo, las pymes que estén considerando someterse a un análisis de riesgo crediticio deben saber que es recomendable que presenten sus números antes de la fecha límite. Por un lado, la entidad que la valora puede comparar su trayectoria empresarial con datos actualizados de la actividad. Incluso si la compañía no pasa por un buen momento puede ser una buena idea que se incluyan los datos negativos en el análisis del ráting para identificar qué es lo que está funcionando mal y solventarlo. En este sentido, además de cuando pretenda cambiar o ampliar financiación, conviene que las pymes se sometan a una valoración de forma frecuente. El precio de este servicio no es muy elevado y los beneficios derivados permiten anticiparse al futuro de la compañía. Otro aspecto que valoran las entidades que inyectan liquidez es que las empresas presenten sus números auditados por un tercero. Esto reduce el riesgo de cometer fallos humanos y elimina la posibilidad de falsear las cuentas. Además, una tendencia habitual es que sólo las compañías que cotizan en Bolsa hagan públicas sus cuentas. Subir a Internet el libro contable del negocio transmite mayores índices de transparencia.
Los errores de las pymes
Los propietarios de las compañías suelen ser buenos gestores en el día a día de sus negocios, pero cometen fallos al hacer balances de cuentas, un aspecto fundamental a la hora de presentar la información necesaria para someterse a un proceso de valoración del ráting:
• Dependencia de la actividad. Pensar que se puede pagar la deuda del negocio con los resultados de su actividad. Esto implica considerar la financiación a corto plazo, por lo que la pyme carecerá de instrumentos y cintura para refinanciarse.
• Veracidad del CNAE. Escribir mal el código en la Clasificación Nacional de Actividades Económicas, o que no se ajuste al sector en el que la compañía desarrolla su actividad denota falta de conocimiento de la actividad que realiza la pyme.
• Número de empleados. Deben revisar la tipología y el número de contratos que la empresa realiza, ya que puede equivocarse en operaciones tan simples como sumar el número de hombres y mujeres contratados.
FUENTE: EXPANSIÓN
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